Paranormal Activity

Creo que nunca os he contado, queridos #nuevospobres, que mi Santo me hace dormir, noche tras noche, con Iker Jiménez (no físicamente, entiéndase). Lo llevo bien, tiene una voz tan monótona y, tan poco me interesa lo que  está contando, que me quedo dormida al instante. Insomnes, os lo recomiendo. Otra historia es cuando la que habla es su querida esposa, Carmen Porter, embutida en esa chaqueta de poliuretano de Bershka.

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El caso es que no creo en fenómenos paranormales, pero no hace mucho me pasó una cosa que no puedo evitar contaros, porque sólo a una #nuevapobre le pueden pasar esta clase de misterios inexplicables: estando yo en casa de Mi Santo, cuando aún no era MI CASA, me metí discretamente en la ducha (no daré detalles por purita decencia) y cuando estaba plácidamente debajo del chorro de agua a 75 grados Celsius, algo cayó en mi hombro. Asustada, y pensando que de un bicho se trataba, con un rápido y probablemente ridículo movimiento, me lo quité del hombro. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que no se trataba de un bicho, sino de una moneda.

Es ese momento sentí más sorpresa que pánico. Y me sentí más #nuevapobre que nunca. Que un fantasma, espíritu, espectro (o lo que sea) te tire una moneda desde el otro mundo, es el colmo de la lástima. No sé qué antepasado mío se habrá sentido con ánimos de hacer un viaje tan largo para darme esperanzas de que, al menos, en el Más Allá, hay alguien que piensa que me merezco algo mejor.

Sed felices #nuevospobres y recordad que con esfuerzo, trabajo, perseverancia y espiritismo podremos salir de esta nuestra condición de #nuevospobres.

 

 

 

 

 

A final de mes…

Nosotros, #nuevospobres, los premiados por el Altísimo (que no por nuestros años eternos de estudio, esfuerzo y dedicación) con un empleo digno, sabemos que recibir un sueldo a fin de mes es la mayor recompensa para nuestras largas jornadas laborales. Generalmente cuando llega el día 28 del mes, servidora se empieza a poner nerviosita con el tema. Como me he descargado la aplicación de mi banco en el móvil (meeeecc, error), lo miro compulsivamente, cada hora, durante los 4 últimos días de mes, hasta que el Altísimo (esta vez me refiero a la persona que me paga en la Empresa) decide ingresarme el sueldo.

Los meses de fortuna puedo estar más o menos desahogada (esto significa: que no me fíen en la cafetería del trabajo), pero los meses trágicos sobrevivo desde el día 25 comiendo pan y agua (metáfora de «no tengo un duro», sí que como). Excepto el pasado mes de abril, que por un error de cálculo en el pago de las vacaciones de verano, me ingresaron el sueldo, me realizaron un cobro, adiós sueldo. Mi madre me pide con resignación el dinero prestado. Cuánto rencor.

En aquellos meses trágicos una se pregunta ¿dónde-coño-se-ha-ido-el-sueldo? Os recomiendo que no estudiéis vuestros hábitos de consumo. Ya os conté una vez que tengo un Kakebo («el libro de cuentas japonés para uso doméstico», 20 € en Blackie Books). Y que el 95% de mi sueldo va a parar al apartado «ocio y vicio». Vale, cuando llevas cinco meses seguidos utilizando el maldito Kakebo para todos los malditos gastos y sigues confirmando mes a mes que el 95% de tu sueldo va a parar a «ocio y vicio», y que así seguirá siendo por los siglos de los siglos, amén, es el momento de resignarse y dejar de utilizarlo. Y así esperar con ansia e imperiosa necesidad el día en que al Altísimo le de por ingresarte el sueldo.

Y es que, #nuevospobres, una no trabaja gratis (o no debería), excepto cuando puedes colaborar un poquito en algún proyecto bueno y divertido, como este vídeo de Alborotador Gomasio, dirigido por el gran Quique Santamaría y con Julio Llorente haciendo la foto ¡Disfrutadlo!