Creo que nunca os he contado, queridos #nuevospobres, que mi Santo me hace dormir, noche tras noche, con Iker Jiménez (no físicamente, entiéndase). Lo llevo bien, tiene una voz tan monótona y, tan poco me interesa lo que está contando, que me quedo dormida al instante. Insomnes, os lo recomiendo. Otra historia es cuando la que habla es su querida esposa, Carmen Porter, embutida en esa chaqueta de poliuretano de Bershka.
El caso es que no creo en fenómenos paranormales, pero no hace mucho me pasó una cosa que no puedo evitar contaros, porque sólo a una #nuevapobre le pueden pasar esta clase de misterios inexplicables: estando yo en casa de Mi Santo, cuando aún no era MI CASA, me metí discretamente en la ducha (no daré detalles por purita decencia) y cuando estaba plácidamente debajo del chorro de agua a 75 grados Celsius, algo cayó en mi hombro. Asustada, y pensando que de un bicho se trataba, con un rápido y probablemente ridículo movimiento, me lo quité del hombro. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que no se trataba de un bicho, sino de una moneda.
Es ese momento sentí más sorpresa que pánico. Y me sentí más #nuevapobre que nunca. Que un fantasma, espíritu, espectro (o lo que sea) te tire una moneda desde el otro mundo, es el colmo de la lástima. No sé qué antepasado mío se habrá sentido con ánimos de hacer un viaje tan largo para darme esperanzas de que, al menos, en el Más Allá, hay alguien que piensa que me merezco algo mejor.
Sed felices #nuevospobres y recordad que con esfuerzo, trabajo, perseverancia y espiritismo podremos salir de esta nuestra condición de #nuevospobres.