A final de mes…

Nosotros, #nuevospobres, los premiados por el Altísimo (que no por nuestros años eternos de estudio, esfuerzo y dedicación) con un empleo digno, sabemos que recibir un sueldo a fin de mes es la mayor recompensa para nuestras largas jornadas laborales. Generalmente cuando llega el día 28 del mes, servidora se empieza a poner nerviosita con el tema. Como me he descargado la aplicación de mi banco en el móvil (meeeecc, error), lo miro compulsivamente, cada hora, durante los 4 últimos días de mes, hasta que el Altísimo (esta vez me refiero a la persona que me paga en la Empresa) decide ingresarme el sueldo.

Los meses de fortuna puedo estar más o menos desahogada (esto significa: que no me fíen en la cafetería del trabajo), pero los meses trágicos sobrevivo desde el día 25 comiendo pan y agua (metáfora de «no tengo un duro», sí que como). Excepto el pasado mes de abril, que por un error de cálculo en el pago de las vacaciones de verano, me ingresaron el sueldo, me realizaron un cobro, adiós sueldo. Mi madre me pide con resignación el dinero prestado. Cuánto rencor.

En aquellos meses trágicos una se pregunta ¿dónde-coño-se-ha-ido-el-sueldo? Os recomiendo que no estudiéis vuestros hábitos de consumo. Ya os conté una vez que tengo un Kakebo («el libro de cuentas japonés para uso doméstico», 20 € en Blackie Books). Y que el 95% de mi sueldo va a parar al apartado «ocio y vicio». Vale, cuando llevas cinco meses seguidos utilizando el maldito Kakebo para todos los malditos gastos y sigues confirmando mes a mes que el 95% de tu sueldo va a parar a «ocio y vicio», y que así seguirá siendo por los siglos de los siglos, amén, es el momento de resignarse y dejar de utilizarlo. Y así esperar con ansia e imperiosa necesidad el día en que al Altísimo le de por ingresarte el sueldo.

Y es que, #nuevospobres, una no trabaja gratis (o no debería), excepto cuando puedes colaborar un poquito en algún proyecto bueno y divertido, como este vídeo de Alborotador Gomasio, dirigido por el gran Quique Santamaría y con Julio Llorente haciendo la foto ¡Disfrutadlo!

 

 

 

 

 

 

PRÓLOGO

Hace mucho tiempo que vengo dando vueltas a esto de escribir sobre nosotros, #losnuevospobres. Llevo meses hablando del tema y por fin me pongo a escribir… Básicamente porque ahora mismo no tengo nada mejor que hacer. Seguro que mañana se me ocurre algo mejor que hacer con mi tiempo y este blog queda en el olvido de los blogs.

Hace unos meses mi madre me regaló un «Kakebo», la forma en que los modernos llaman a un cuaderno de cuentas que en realidad te podrías hacer tú mismo pero que como lo fabrica Blackie Books y lo vender en tiendas hipsters, mola. Por supuesto lo he usado tres semanas y se me ha olvidado que existe, pero echando un vistazo a mis últimos gastos me he dado cuenta de que en esas tres primeras semanas de enero el 95% de mis gastos va a parar al apartado «ocio y vicio». Y eso, señores, es lo que me define como nueva pobre. Tengo 30 años, un trabajo de esos que la gente te dice «cómo mola» pero que en realidad es una hez porque hay que madrugar, hay que trabajar y gano una mierda. Pero da igual, porque mi vida es ocio y vicio.

Y me he convertido en una hortera. Soy una pobre que va de rica. Paso de adaptarme a los nuevos tiempos. Soy una nueva pobre.

Bienvenidos todos.

La Nueva Pobre.