Como había prometido, HE VUELTO. Y aquí estoy para hablar de las chorradas de mi día a día. Y no tan chorradas.
Porque cuando una es madre de dos, y trabaja, y tiene vida más allá de casa y la oficina, su vida es CAOS. Sé que me entendéis. Así que he decidido ABRAZAR EL CAOS y dejar de preocuparme por nimiedades. Los que me conocéis sabéis que creo en el lado más frívolo de la vida… y así tiene que seguir siendo.
El otro día, por ejemplo, tras luchar porque mis pequeños dictadores conciliasen el sueño y conseguirlo a la séptima, me dije: es hora de ponerse el pijama y hacerse el moño, así que me desvisto y cuál es mi sorpresa cuando me encuentro, dentro del sujetador, un gusanito babeado. Por supuesto era un gusanito de esos petaos de mantequilla, nada de los saludables, que una se preocupa por la nutrición, pero es nuevapobre. Así que ante la duda de qué hacer con el maldito gusanito -o lo que quedaba de él-, sin tener claro si llevarlo a la cocina y tirarlo en su bolsa correspondiente, decidí comérmelo, aun habiéndome lavado ya los dientes… Lo sé, soy una cerda, pero estoy agotada.
Sí amigos, estoy muy cansada, pero cansada rollo, voy por la vida por inercia, como una autómata. Antiojeras, colerete y ciao, tan feliz. Es lo que hay. De hecho a veces duermo tan poco, que me da la sensación de que tengo sueños a modo de haiku, sin poder si quiera ni desarrollar la historia:
Cuando entorno los ojos
Mares de pañales
De caca llenos
Así que amigos, amigas, abrazad el caos, hacedlo vuestro, aceptad que se os ha puesto cara de pringado para siempre y continuad con vuestra vida… como si nada.
Sed felices.