Queridos nuevospobres,
Espero que el confinamiento no os haya borrado de un plumazo todas vuestras neuronas, como ha hecho con las mías. Llevo semanas intentando publicar esto, y no sé conjugar una oración correctamente y, aunque no os lo creías, no me da el tiempo tampoco.
Si tenéis hijos, ¿habéis probado a trabajar desde casa? Qué idílico parecía, ¿verdad? Qué bonito pasar 24 horas con vuestros hijos, durante cuarentaynosécuántos días.
Qué bonito despertarte con tu número uno dándote martillazos en la cabeza cuando aún te queda una hora para que suene el despertador; qué bonito cuando aparece en las vídeollamadas con clientes, desnudo y con botas de agua, llorando porque quiere un plátano; qué bonito cuando estás intentando explicar algo a un compañero y tienes que sujetar con el pie la puerta para no dejar pasar a tu familia, mientras tratas de compartir pantalla, pasar de página, parecer inteligente y aferrarte a tu puesto laborar para esquivar el ERTE; qué bonito cuando te encierras en el baño a hablar por teléfono con tu jefe, o con tu madre, y te sientas en el suelo con la espalda apoyada en la puerta para evitar intrusos; qué bonito cuándo toda España sale a aplaudir a las ocho de la tarde, pero tú aprovechas esos 3 minutos que duran los aplausos, para agradecer en silencio a nuestros sanitarios desde el sofá, mientras el resto de la familia está en la ventana. Pues bien, a eso lo he llamado mi momento HODOR. Porque ni Hodor, pudo aguantar la puerta tan hábilmente, como lo hace una madre confinada.

Jamás un Hold the Door tuvo tanto sentido como ahora mismo. Y jamás unos White Walkers dieron tanto por culo como los míos.
Queridos míos, HODOR somos todos. Nos pasamos 6 temporadas cargando niños en las espaldas, para luego sufrir una crisis sujetando una puerta por su culpa, y morir en el intento. Y ahora que pueden pasear me estoy planteando hacer un HODOR desde la puerta de entrada…
Sed felices y lavaos las manos.